Corto Maltés, un antihéroe libertario

Corto Maltés es un nómada. Siempre me han atraído los nómadas, aquellos que no se toman el destino muy en serio, que lo subvierten, que lo olfatean en cada encrucijada y toman la ruta menos conveniente, la menos convencional, la menos conservadora. Los que se mueven, vagabundean y nunca están en él mismo lugar. Corto es elegante porque la mayoría de los nómadas son elegantes: el viaje continuo consolida el estilo, y el suyo es propio y le define como único, de alguien que no pertenece a nada, a nadie, a ningún lugar. Corto es un ser libre. El horizonte es un sueño y un objetivo incierto. En busca de misteriosos tesoros del pasado se cruza con históricos personajes de su presente. Su ruta avanza sorteando el avispero de guerras y conflictos internacionales. Venecia, Siberia, los mares del Sur, continentes perdidos o Atlántidas brumosas son sus paisajes. La sabiduría que acumula la experiencia de nómada le hace abierto y sarcástico, y ese sentido del humor demuestra su libertad de pensamiento, su espíritu independiente e irónico, sabedor que todo tiene un lado diferente, opuesto. Y quien no lo ve es un patán. Corto es noble, porque acepta los retos cara a cara, porque es compasivo con quien es abusado, porque no deja nadie atrás por interés espúreo, porque nunca golpea a alguien indefenso ni utiliza la crueldad como arma. Nunca traiciona. Su valentía es franca, sus enemigos le admiran, sus amigos crecen cuando surca océanos, atraviesa cordilleras y sortea fronteras. Siempre metido en líos por causalidad, o no. En medio de mil conflictos su bando es la Amistad y su patria la Aventura... Gallardo de aro en la oreja, eterno cigarrillo en los labios, pelo crespo y largas patillas de galán mediterráneo. Con la cabeza inclinada para reflexionar, su mirada se llena de eterna melancolía. Roneado en cada episodio por fascinantes mujeres que no logran encarnar el ideal romantico que persigue el bello Corto de corazón roto. Su perfil anguloso se recorta como sombra chinesca en los muros de la vieja Rodas o la peligrosa Samarkanda cuando la luna señorea la noche. Cubierta de indispensable gorra marinera y gabán azul de botones dorados, su alargada silueta se mueve rauda en busca de insondables recuerdos de seres queridos. Su moral es ambigua porque sus principios son limpios.

No entra en política de otros. Sin religión, protegido por derviches y sibilas, aliado de malandrines. Pirata, humano, nómada.

Corto Maltés leía de joven a Platón y los personajes que le rodean a Rilke, Kipling o Stevenson. Yo releo estos días las historias del antihéroe de Hugo Pratt y comprendo mejor al perverso mundo de los adultos.

(Gracias LeoloMaltés por tu escrito, abrazos libertarios de LauraKroft)